Siempre he oído que “Todo depende del cristal con que se mire”. Que “Es mejor ver la botella medio llena que medio vacía”, para encarar las vicisitudes de la vida.

Hay personas predispuestas a ver las cosas positivamente.

Existen otras que son así por el entorno en el que se han criado: Igual han tenido un familiar muy allegado que siempre ha visto el lado amable de las dificultades diarias con las que se ha enfrentado y eso claramente se contagia.

Vivimos actualmente en una época de retos y cambios. Es necesario sacar fuerzas de todo lo bueno y sano que tengamos a nuestro alrededor… “Renovarse o morir”. Oímos día a día. O “Hay que reinventarse”.

¿Cómo se puede pasar del “no puedo con esto” a “voy a intentar llevar esto lo mejor posible”?

¿Es posible cambiar la actitud en un mismo día?  Más aún. ¿En diez minutos?

Sí. Es posible.

Y eso, en mi caso, ha sido gracias a la MEDITACIÓN.

Para mí, era una asignatura pendiente. Y ha tenido que llegar la pandemia para descubrirla.

Había leído libros y visto vídeos que me daban consejos, pero no lo conseguía.

Hasta que me di cuenta de que había algunas cosillas que considero que yo estaba realizando mal. Comparto con vosotros lo que me ha servido.

En primer lugar, si estoy cómoda no hace falta que me desplace de sitio ni cambie de posición para realizar meditación. Donde esté en ese momento, cuando vea que me haga falta, la puedo practicar. 

Segundo: En todo momento, he de respetar mi propio ritmo de respiración. Tras respirar de esta manera durante unos minutos y sin pretenderlo, la respiración la hago más pausada.  A mí, las respiraciones profundas al principio no me sirven. 

Tercero: Necesito cerrar suavemente los ojos. Sin apretarlos.  Claro está, siempre que no vaya  encima de un vehículo como una bici, un patín o un coche…( Esto lo leí en un libro sobre relajación y aunque es evidente, cómo es gracioso, os lo pongo aquí )

Cuarto: Voy respirando a mi ritmo y  poco a poco veo cómo se va relajando mi cuerpo, mi postura se va modificando, y me siento menos tensa.

Quinto: No estoy pendiente del reloj ni del móvil. Empecé mis prácticas unos días de vacaciones, para no tener prisa en acabar. Terminé la meditación cuando me sentí mejor. Y eso me motivó a repetirla los días posteriores cuando lo necesitaba.

Sexto: Respecto a la posición, empiezo con la que me apetece. Y me dedico a respirar a mi ritmo, siempre a mi ritmo. Las manos donde me apetezca ponerlas y en la posición que me pidan en ese momento. Igual con las piernas. Y poco a poco, sin casi darme cuenta, respirando a mi ritmo, voy modificando todo mi cuerpo a otra posición menos tensa. Igual un día acabo quitándome los zapatos y notando el suelo bajo mis pies.

Séptimo: En mi caso, puedo comenzar estando acostada, pero si no me relajo al cabo de poco, me siento. No hace falta que me levante para ir a un sillón. En el sofá o en la cama me puedo sentar. Eso sí, a mí me ayuda tener la espalda apoyada en un cojín o una almohada en vertical si tengo detrás el cabezal.

Octavo: Con las respiraciones, siempre a mi ritmo, poco a poco voy notando el sitio donde siento más tensión e imagino allá donde la noto, que pesa  y que me voy hundiendo sobre mí misma: Hombros, caderas, piernas, incluso cara…y voy bajando y bajando…

Noveno: Y sigo respirando. En este momento ya no necesito coger tanto aire. Me basta coger un poco y soltarlo. Coger un poco y soltarlo. Y mi barbilla va cayendo de manera natural hasta donde me lo pida mi cuello. Es mi ritmo. Tal vez vosotros necesitéis otro. 

Décimo: A continuación, de pronto y poco a poco, siento que entro en una dimensión nueva. Noto como una bola en el centro de mis pulmones ( Se lo oí decir a Irina de la Flor en un vídeo y es como lo siento ) que se va haciendo más y más grande. Otros me han dicho que su cuerpo es como si flotara. El ruido de mi mente va cesando, mis tensiones y preocupaciones han desaparecido y siento un confortable encuentro conmigo misma. 

Nada es más importante que el aquí y el ahora. Y entonces, siento una gran serenidad. Y así permanezco, el rato que necesito. ( En total, desde el principio de la meditación estoy de cinco a veinticinco minutos. Unos días más, otros menos, y otros días nada porque no me hace falta.)

Cuando ya me siento mejor, intento salir de ese estado. Primero, permaneciendo en el mismo sitio, voy moviéndome poco a poco. Después, abro lentamente los ojos. Me levanto despacio, sin prisa. Y continúo con mis tareas diarias. 

Noto que mi actitud ha cambiado por completo respecto al comienzo de la meditación. Me siento fuerte y centrada para afrontar los asuntos del día.

He comprobado que la realización de esta práctica, nunca me ha supuesto una pérdida de tiempo. Mi rendimiento y humor siempre ha mejorado, y puedo encarar el día mucho mejor.

M. Carmen Beneyto

Bibliografía:

Youtube: Vídeos y talleres de Irina de la Flor. 

Vídeos de Meditación.

Libros: Mindfulness de Mark Williams y Danny Penman.

Ecología mental de Félix Torán.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies