Esto no es una conferencia. El pasado 1 de octubre tuvimos la oportunidad de compartir y disfrutar de un nuevo evento de ASNIE con Maty Tchey. Para ello planteamos un novedoso formato en el cual el público era protagonista al 50% con la ponente. La apuesta fue arriesgada ya que ninguno sabíamos lo que de allí saldría y a qué preguntas se enfrentaría Maty. El objetivo era ir más allá de lo que ocurre cuando se baja el telón y se apagan las luces, que todos los asistentes tuviesen la oportunidad de aclarar dudas, opinar y compartir inquietudes, en definitiva, empezar cuando todo termina.
Maty es experta en comunicación e imparte formación en diversas escuelas de negocio. A través de sus respuestas nos fue dando claves para dominar el proceso de comunicación. Hablamos de cómo llegar al receptor del mensaje con claridad, como emocionar a la audiencia, destacó la importancia de la comunicación no verbal, la cual es responsable en un 92% del éxito de la misma. Hubo muchas preguntas dirigidas a indagar los orígenes del miedo escénico, que estrategias podemos seguir para que esa emoción no nos paralice y dificulte que nuestro mensaje tenga el impacto deseado.
En opinión de Maty en un proceso de comunicación la responsabilidad recae en el 100% sobre el emisor del mensaje por tanto hacerse responsable de que el otro me entienda es un buen punto de arranque, cambiar el “me entiendes” por el “me he explicado”.
La autenticidad es otra clave del buen comunicador, quitarnos las capas (ella lo hizo de literalmente) que nos alejan de nuestra verdadera esencia. Conectar con el público a través de la coherencia entre lo que decimos y lo que pensamos.
También hubo tiempo para hablar sobre la escucha en el proceso de comunicación, una parte que con frecuencia olvidamos y es clave para el éxito, céntrate en comprender para después convencer.
Se habló también de la importancia del trabajo de planificación previa, no dejar nada al azar y ensayar, ensayar y cuando estés cansado ensayar una vez más.
Al finalizar la jornada hubo una coreografía improvisada en la que bailamos y nos olvidamos un poco del miedo al ridículo otras de las grandes barreras para una buena comunicación.