¿Cuántas veces le has dicho a tu pareja “Esto no puede seguir así, ¡o cambias o lo dejamos!”?. ¿Y cuántas veces has encontrado en tu pareja una aparente buena voluntad por aceptar este cambio?  Si tu respuesta a estas preguntas es: “más de una”, continúa leyendo. Seguro que te interesará. 

A mi consulta de psicología en Valencia acuden multitud de personas como tú que en algún momento le han dado a su pareja una última oportunidad, y que curiosamente era más de la cuarta vez que daban esa última oportunidad. Los motivos para pedir el cambio son muy variados: celos exagerados, agresividad, carencia de muestras de afecto, etc. 

Cuando la pareja se encuentra entre la espada y la pared, esto es, cuando ve una inminente ruptura de la relación a menos que cambie su comportamiento, busca un cambio radical en la línea que le pide la otra persona. Como se genera un elevado miedo a la ruptura, el cambio es inmediato y perfecto, de tal manera que se ajusta a lo que le exigen, y con ello la relación mejora.

El problema de estos cambios es que exigen una modificación profunda de personalidad, de hábitos, de carácter o de creencias. Este tipo de cambios no se dan en las personas de un día para otro de forma natural. El cambio obtenido gracias a la amenaza de dejar la relación es, más bien, un parche que consigue calmar una situación de crisis puntual, y que no alcanzará a ser duradero.

el cambio en las crissi de pareja

La consecuencia es que, conforme pasan los días y se aleja esa situación de crisis, el miembro de la  pareja que había cambiado radicalmente, poco a poco vuelve a comportarse como de costumbre, hasta llegar a un punto en el que todo vuelve a ser lo de siempre. Mi experiencia en consulta fija el período de duración de este cambio impuesto en TRES SEMANAS. Son las tres semanas que suelen pasar desde que el comportamiento del miembro de la pareja cambia radicalmente para mejor, hasta que vuelve a comportarse como era antes.

Para que el cambio sea duradero debe ser auto-impuesto y auto-motivado, esto es, debe partir de la propia observación personal de una necesidad, y no de la imposición externa por parte del otro miembro de la pareja. Además, debe ser paulatino y progresivo. Dos requisitos más son que debe ser observado  por uno mismo de forma frecuente y estructurada para saber si los nuevos comportamientos que se lleven a cabo van en la línea del cambio que se busca como objetivo. La educación en estrategias de comportamiento por parte de un psicólogo puede facilitar el proceso.

En consulta se trabaja para que la pareja vaya pasando por cada uno de los aspectos señalados en el párrafo anterior, de tal manera que facilita la estabilidad en la relación de pareja y que los cambios generados perduren en el tiempo y se integren de forma estable en una relación de pareja más afianzada.

Fernando Pena
fernando@cop.es 
Psicólogo en Valencia
Vicepresidente de ASNIE

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