Siempre les digo a mis pacientes que cuando alguien tiene un problema de adicción es la punta del iceberg lo que se ve. La adicción eclipsa un mundo complejo y enmarañado al que le es difícil salir.
Desaprenden formas de gestionar el dolor emocional, como lo harías tú o yo. Es decir, si piensas en algún momento de tu vida donde aparece la frustración, el estrés, la ansiedad, la ira, etc… por tanto, malestar emocional intenso, solemos canalizarlo haciendo deporte, hablándolo con alguien o viendo una serie. ¿Verdad?
Pero cuando entras en ese círculo vicioso, el dolor emocional es gestionado de la única forma automática que saben, mediante la adicción. Es un refugio emocional para ellos que momentáneamente les alivia, pero la realidad es que hace que los problemas se magnifiquen.
La adicción se convierte en una espiral que va enlazando por tanto, parche sobre parche, y como he comentado antes, desaprendiendo para automatizarlo con la adicción.
Por poner un ejemplo. Imagina que llevas una semana con varios problemas acumulados, varias discusiones, no estás durmiendo bien, tienes problemas con tu pareja y no te gusta lo que ves cuando te miras en el espejo, y ese día, te tomas un par de cervezas donde encuentras que parece que los problemas son menos problemas….
Días más tardes, en una situación parecida, tu cerebro te recuerda lo bien que te sentaba y qué bien te iba ese par de cervezas, y lo vuelves a hacer. Con lo que poco a poco, vas refugiándote en el alcohol, en vez de enfrentarte a lo que temes, y ser resolutivo.
La adicción hace que nos anulemos emocionalmente. Aparece lo que llamamos el personaje, y empezamos a activar ese piloto automático, que parece que no siente, que no percibe en el espiral donde se está metiendo. Y es entonces cuando empiezas a vivir la vida de una forma anestesiada.
¿Te sientes identificad@? ¡Aprende a vivir la vida sin anestesia emocional!
Por Marian Martín. Directora y Psicóloga de IAN DE PSIQUE.